domingo, 30 de enero de 2011

TRANSITO DE CIRO ALEGRIA


MAX HENRIQUEZ UREÑA
Hace dos días que las agencias de publicidad, mediante sus transmisiones alámbricas y no alámbricas, dieron al mundo la sensible noticia: ¡se nos fue Ciro Alegría!
No fue largo su tránsito por este mundo en que vivimos, sobre todo si tenemos en cuenta que el promedio de vida ha aumentado de modo considerable. Ciro Alegría no pasaba de los cincuenta y ocho años, pues había nacido en el Perú en 1909.
Aunque en su primera juventud pareció que la política lo atraía, se consagró durante toda su vida a la profesión de escritor.
Se inició con acierto en la ficción narrativa y ganó algún renombre con una novela cuya gran fuerza dramática está en la descripción de la vida del hombre frente a la naturaleza americana. La serpiente de oro, que vio la luz en 1935, trasunto fiel de la vida selvática en la proximidad de los grandes ríos del sur. A esta obra subsiguió en 1939 otra novela en la que predomina el espíritu combativo que clama por las reivindicaciones sociales: Los perros hambrientos.
Como puede apreciarse por las fechas que señalo, Ciro Alegría no se precipitaba en escribir ni aspiraba a sentar pieza de autor fecundo: un intervalo de cuatro años transcurre entre su primera novela y su segunda novela. Otro cuatro años transcurren antes de que dé a conocer una tercera novela: El mundo es ancho y ajeno, que obtuvo el primer premio en el certamen continental convocado por una renombrada casa editorial de los Estados Unidos, pagando la casa editora una suma relativamente alta al autor, y además de imprimir la obra en español, lo hacía con la traducción de la misma al inglés.


Hasta ese momento Ciro Alegría había seguido una trayectoria triunfal, y muchos vieron en ese premio el remate de sus triunfos literarios; pero no fue así, porque para la crítica más exigente la obra premiada señalaba un descenso en las facultades creadoras del autor.

El mundo es ancho y ajeno es apena una variante temática de sus dos novelas anteriores, que superan a ésta en la descripción del ambiente y del paisaje, aunque no presenta ni desarrolla un carácter en ninguno de sus numerosos personajes.
Todas las novelas de Ciro Alegría pueden clasificarse dentro de la literatura “comprometida” al servicio de una idea: El mundo es ancho ajeno viene a romper una lanza más corta, la desigualdad social y la injusticia. Mejor se manifiesta esa tendencia en sus primeras novelas donde los hechos hablan sin entrar en aburridos razonamientos. En La serpiente de oro la exposición dialéctica está hábilmente diluida a lo largo de los cuadros que pinta y lo mismo ocurre en Los perros hambrientos, que es la que cobra mayor fuerza en la prédica ideológica aunque no lo parezca.
A pesar de los aplausos de quienes se deslumbran con un premio de certamen en este continente que uno de sus hijos preciados calificó como “de revoluciones y juegos florales”, Ciro Alegría comprendió que su verdadero éxito estaba en las obras que había escrito primero, y desde entonces dedicó todo su esfuerzo a preparar en silencio una nueva obra que esperaba fuera superior a la que le ha habían premiado. No sé en qué paró al fin, pero sí recuerdo la época en que se encerraba en un chalet solitario para escribir esa nueva obra y febrilmente los volvió a escribir en diferente forma, y así pasaron unos cuantos años después de los cuales él retornó a su país y ya no le vi más ni recibí ningún libro nuevo que fuera producto de su pluma.
Ciro Alegría nos dejó, de todos modos, un conjunto apreciable de cuadros de la selva y de los grandes ríos de la América del Sur. Sea como sea, las mejores páginas que escribió pueden citarse como un modelo en el orden de la emoción descriptiva.
FUENTE: LIBRO LLAMADO MAX HENRIQUEZ UREÑA EN EL LISTIN DIARIO, 1967 -1968. COMPILADOR DIOGENES CESPEDES.
Comentario de Escritos:
Otras novelas de Ciro Alegría que Max Henríquez Ureña no conoció porque fueron publicadas póstumamente: El dilema de Krause, novela inconclusa que trata sobre un delincuente alemán que saldría de la cárcel y éste se da cuenta del significado de la libertad y la vida. Lázaro: Es un cuento muy entretenido que trata sobre un niño que encargado a un ciego y éste le enseña toda la cosa de la vida. Y otras obras del mismo autor son: Siempre hay camino, Duelo de caballeros y Calixto Garmendia.

lunes, 10 de enero de 2011

JORGE LUIS BORGES y su concepción política


Ubaldo Rosario
Fuente: Publicado en el Periódico Hoy
Sección: El Norte. Fecha: Jueves 25 de junio de 1998.
Ningún hombre puede pensar el pensamiento de otro, puede seguir las oscilaciones de ese pensamiento a través de las palabras. En política, al menos, puede ser buen indicador tanto el texto que se dice como la forma de decirlo. Lo que sorprende y confunde en el pensamiento polí1tico de Borges es la manera de expresarlo. Hay ciertas constantes que se repiten en sus declaraciones verbales o escritas respecto a lo político: El uso de la paradoja, lo imprevisto, lo insólito, el énfasis totalitario y la metáfora humorística.
“En los Estados Unidos, los negros carecen de memoria histórica”
Esta cita refuerza lo paradójico, logra sorprender, irritar y cierra así la posibilidad de diálogo y discusión. No hay que juzgar a Borges por lo que dice sino por lo que escribe. Es un gran escritor políticamente equivocado.
Aunque la vejez no es una excusa para estar equivocado. No se alarmen con esta respuesta, aunque esté lejos de tranquilizar al lector por lo menos confunde a la gente de buena fe.
A Borges le encanta hacer bromas, pero, alistarse junto a los militares represores, ya no es broma, o una broma de mal gusto en todo caso. No es que Borges haya carecido de una formación política, tal vez padeció una enfermedad senil. Quizás, pobre ciego.
Abandonemos la senectud de este escritor argentino y regresemos a unos años atrás cuando su familia viaja a Europa y le sorprende la Primera Guerra Mundial. El adolescente junto a su padre se traslada a Ginebra donde el joven escritor cursa sus estudios secundarios. No hay datos de sus preocupaciones políticas. Sin embargo, Ginebra era un centro de actividad política, refugio obligado de pacifistas, agitadores, espías de las potencias en conflictos, de artistas de vanguardia y de revolucionarios.
En su juventud, Borges se informa de lo que pasa en el mundo y de las primeras noticias de la revolución bolchevique. Entonces escribe un poema de exaltación “roja”, salvo ese efímero pecado de juventud, el autor del Aleph no tiene por qué avergonzarse. A lo largo de casi toda su vida fustiga al comunismo, desde una óptica liberal, democrática – burguesa, después de la trinchera de los nuevos fascistas del Suramérica. Pero, Borges no era fascista. Tampoco lo son técnicamente los militares represores. ¿Acaso Borges ignoraba que en algunos recintos de represión en la Argentina, el retrato de Hitler presidía el acto de tortura?
Abominable verdad, no eran ceremonias ideológicas. ¿Acaso no sabía que el antisemitismo, la discriminación racial era un hecho frecuente bajo el gobierno de los militares? La devoción por lo militares no es nueva, aunque es mero contemplador de la historia, aunque el Borges político ha reparado esa deuda del Borges escritor que es un hombre de acción, sin duda un militante, no en vano Augusto Pinochet lo condecora. El es un soldado de la reacción en la lucha ideológica de América Latina.
El 24 de marzo del 1976, Antonio Di Benedeto, novelista sin filiación pliítica, autor de la novela “Caballo en el salitral”, era muy reconocido en Argentina y amigo de Borges, fue encarcelado y padecía de los efectos de una huelga de hambre y se temía por su salud mental. También había otro literato que Borges no conocía personalmente y es posible que no haya tenido tiempo de leer las obras de este escritor llamado Horaldo Conti. Borges en declaraciones pública ante la junta militar pedirá la libertad a favor de Conti. Cómo le gustaban las bromas al autor de Ficciones. ¡Qué bromista, eh…! Este tipo de humor negro quizá lo adquirió en la década de los 20s con la escuela de vanguardia; pero era altruista, no surrealista.
Al finalizar esta década, la crisis lleva a banqueros de Wall Streel y a financistas a suicidarse, luego sigue el desastre de la bolsa de valores, esto tiene resonancia en Argentina, con desempleo y hambre.
En algunos escritores la crisis política se traduce en una crisis de conciencia, otros radicalizaron sus convicciones políticas y junto a su labor de escritores asumen la militancia de partido con los trabajadores que protagonizaron heroica jornadas de lucha.
1930 significa para la República Argentina el paso de un régimen político y económico post-colonial a un régimen político y económico de la nueva historia fascista del mundo, con el derrocamiento de Yrigoyen y el advenimiento de una camarilla militar a poder.
Más tarde el golpe de Estado de 1943 que derroca al doctor Ramón S. Castillo, político conservador, entonces Juan Domingo Perón mostró su inteligencia política y dirigió a los obreros en las calles y lo incentivó en la lucha por mejoras de trabajo. En una modesta biblioteca municipal toma Borges una opción en principio de la década del 40, ser antiperonista, pero no puede verse como un aislado sino como parte de una reacción generalizada en la clase media, en los partidos tradicionales, los círculos literarios y científicos. Para Borges, lo que ocurría afuera, en lo inmediato en las calles, era un desperdicio. El rumor solía filtrarse por las ventanas. La realidad, siempre abusiva tocaba a las puertas de la biblioteca. Borges expresó entonces su repudio a la turba.
No creo que la concepción política de Jorge Luis Borges sea oligárquica, aunque coincida con éste en sus prejuicios frente a las masas, a las que observa con una totalidad, un absoluto y uno en su transcurrir histórico, en la dinámica de la lucha de clase. Pero mientras para los ideólogos de la oligarquía el combate se da en lo pragmático, lo político en Borges se da en la inteligencia, en el decoro, que lo que se opone a una multitud que supone ciega, gobernada, en todo caso, por un dictador.
El craeador de “Historia universal de la infamia” apela entonces a prejuicios intrínsecos de la clase media, apela a un estereotipo de una moral pequeño – burguesa, dice entonces, en defensa de esa clase, que ella está a salvo de los vicios que comparten los hombres de la clase alta y los pobres, el afán de dinero y la afición despótica.
En esa década cuando se encarcelaba, se secuestraba, se torturaba, y se mataba a centenares de estudiantes y profesores, periodistas, científicos y escritores de la Argentina, cuando se quemaba libros en los patios de los cuarteles al igual que en la Alemania Nazi.
Se realizó un hecho estúpido, una broma brutal que fue una insignificancia en comparación con los hechos descrito y es que se ofende a Borges al despojarlo de su puesto de bibliotecario y lo nombran inspector de ferias municipales, esta degradación burocrática despierta en los colegas del autor de ‘Ficciones” una indignación y afirman que se trataba de una conspiración contra la cultura, un acto de salvajismo en contra uno de sus más altos exponentes.
Borges no perdonó la ofensa. Tampoco sus amigos. En ese acto veían otros actos, una ofensa mayor que abarcaba a todo la Argentina. En el 1946, en una comida ofrecida por sus colegas, Jorge Luis Borges, expresa con claridad su pensamiento:
“Los dictadores fomentan la opresión, los dictadores fomentan la crueldad, más abominable es el hecho de que fomentan la estupidez…” “Botones que balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivos y muertos prefijados, muros exornados de nombres, ceremonias unánimes, la mera disciplina ocupando el lugar de lucidez…” “Combatir esas tristes monotonía es uno de los muchos deberes del escritor”.
Cierto. Sólo que Borges, treinta años después opta por la disciplina militar, por la dictadura que fomentan la opresión, el servilismo y la crueldad, la ignorancia y la estupidez.
En la Revista “Sur” (revista propiedad de Victoria Ocampo) Borges asume el más ortodoxo antiperonismo. No se permite cierta flexibilidad y afirma lo siguiente:
“Dije en Montevideo y ahora repito que el régimen de Perón era abominable, que la revolución que lo derribó fue un acto de justicia y que el gobierno de esa revolución merece la amistad y la gratitud de los Argentinos. Dije también que había que despertar en el pueblo un sentimiento de vergüenza por los delitos que mancharon doce años de nuestra historia y denuncié a quienes indirecta o directamente vindicaban ese largo periodo de infamia”.
En la Revista Ficción, Borges puntualiza:
“Sospecha que la pesadilla aplicada al tiempo de Perón, no es una metáfora. La frecuencia de su empleo casi lo prueba…”
En el año 1972, Jorge Luis Borges viaja a los Estados Unidos. Impacienta a sus devotos lectores con declaraciones políticas reaccionarias que sorprenden e indignan a los lectores, a los estudiantes. La guerra sucia contra Vietnam es defendida con vehemencia por el genial traductor de Herman Melville y el inteligente comentador de Walt Whitman.
Arbitrario y racista Borges parece solazarse con sus paradojas. El afirma ser amigos de los judíos siempre que no sean comunistas, abomina a los negros, a los agnósticos, se pronuncia contra el comunismo ateo. El no es un bromista, pero así es Borges.
El 20 de junio de 1973, Perón regresa a la Argentina como jefe indiscutido del movimiento mayoritario del país y como la figura capaz de lograr la pacificación entre los diversos sectores políticos de la República. Desde el día anterior se ven pasar largas caravanas de camiones cargados de hombres y mujeres que reviven en sus cánticos otras jornadas de fiesta popular. En ómnibus, en automóviles, en camiones, a pie, miles de personas abandonan la ciudad y marchaban hacia el aeropuerto de Ezeiza. La noche de miles de nuevos y viejos peronistas y también hombres y mujeres de otros sectores del llamado campo del pueblo, se reunieron y se reconocieron en torno a las fogatas que aliviaba el frío de la noche.
En la mañana llegó más gente, era un millón o dos, quizás tres, poco importa ahora. Pero los pistoleros entretejieron una pequeña trama mientras los músicos desenfundaban sus instrumentos y el actor y cantante Leonardo Favio subía al palco junto al locutor Edgardo Suárez. Las horas pasaban y Perón no llegaba, entonces el General Osinde tomó su metralleta y los pistoleros sacaron las armas y segaron muchas vidas, dicen que Leonardo Favio amenazó con suicidarse cuando vio que torturaban a su gente. Todo es político.
Pero todo es literatura también o puede serlo. Un año después en julio de 1974, muere Perón. El pueblo estaba en duelo. Su esposa Estela Martínez era presidente. En eso días de julio del 1974 aparecía en Buenos Aires las obras completas de Jorge Luis Borges.
“Como De Quincey y tantos otros, he sabido, antes de haber escrito una sola línea, que mi destino sería literario”. – Dice Borges. – Aunque en esa fecha a la muerte de Perón, Jorge Luis Borges cita a Tomás De Quincey, escritor inglés y autor de “Confesiones de un fumador de opio y de varios ensayos llenos de fantasía”, y lo cita para expresar que él es un escritor y no un político y no hay duda de que la historia lo ha recompensado como unos de los literatos más sólidos del siglo XX.
Modestamente el creador de Ficciones ya sabía que él estaba inmortalizado y le juega una broma política a su pueblo. Esa broma fue que en el año 1973 un año ante de la muerte de Perón, en las elecciones, Borges confiesa que no sabía por quien votar y que su mamá le aconsejó que lo hiciera por “Nueva Fuerza”. Esta graciosa declaración hará sonreír por los menos a los argentinos no sólo por el consejo de mamá, sino porque Nueva Fuerza era una agrupación insignificante, reaccionaria, que sería entonces de plataforma política al ingeniero Álvaro Asogaray, famoso y por sus planteamientos y sus planes económicos antipopulares y por su vocación para el fracaso.
El 24 de marzo de 1976, al bajar de un helicóptero, la señora María Estela Martínez de Perón, recibe la noticia de que ya no es Presidente de la República Argentina. Desde ese día empezaron a gobernar los militares y Borges comenzó hacerle bromas al pueblo argentino y a sus amigos escritores, como el caso de Antonio Di Benetto.
Al observar los textos donde el poeta, ensayista y narrador, Jorge Luis Borges expresaba sus concepciones políticas. Me surge la sospecha que en materia de política este famoso Argentino tenía un pensamiento elitista o era un ignorante en este aspecto, cuestión que yo dudo.
Borges está muerto y si los Borgeanos y los Borgistas no me desacreditan me permitiré hacer una broma a su ídolo. Aquí voy: En Borges el pensamiento elitista se radicaba al revés, su concepción comenzaba con una variación del pensamiento burgués, luego retrocedió al feudalismo, después dio un paso hacia atrás, es decir, a la esclavitud. Sin conocer yo las razones, algo lo empujó hacia el presente concreto, el totalitarismo y el fascismo, el cual él astutamente adaptó su personalidad a la realidad que vivió América del Sur.
Estoy listo para que me fusilen o me sienten en la silla eléctrica. Pues en ese mismo contexto las palabras pronunciadas por Borges en elogio de la Junta Militar Argentina y del régimen genocida del chileno Pinochet, se complementa con la reflexión histórica que he hecho de su pensamiento, perdón con la broma que he hecho de su pensamiento elitista.
No quiero burlame de Borges, escritor de escritores. En otras palabras, la dimensión que tiene Jorge Luis Borges, no es para se le falte el respecto, es un escritor formador de escritores. Pero como no estamos hablando sobre literatura, mejor enterémonos de lo que publicó el diario “El Mercurio” de Santiago de Chile.
“De antemano una dictadura no me parece censurable, una guerra no me parece censurable, porque hay que considerar las circunstancias que llevan a ella. Los imperios no me parecen censurables”.
¿Por qué tenemos que censurar los simples pensamientos de un hombre que nunca fue político, sino un gran escritor admirado por escritores?

LA PASION DE LOS LIBROS

Quien no haya pasado nunca tardes enteras delante de un libro, con las orejas ardiéndole y el pelo caído por la cara, leyendo y leyendo, olvidado del mundo y sin darse cuenta de que tenía hambre o se estaba quedando helado...

Quien nunca haya leído en secreto a la luz de una linterna, bajo la manta, porque Papá o Mamá o alguna otra persona solícita le ha apagado la luz con el argumento bien intencionado de que tiene que dormir, porque mañana hay que levantarse tempranito...

Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia maravillosa acababa y había que decir adiós a personajes con los que había corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba, por los que había temido y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecería vacía y sin sentido...

Quien no conozca todo eso por propia experiencia, no podrá compreder probablemente... las pasiones humanas.

La historia Interminable: Michael Ende